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Selvio

El Cuarto del Vapor

Hoy recordaré el cuarto de vapor del club Wilmington, ese que nos remodelaron y con eso mataron, al menos para mi, un lugar de mucho placer y diversión...

Era a media luz y tenía un rincón con pared a la altura de mi frente, dentro de ese rincón había un mesa de mosaico en forma de L en la cual se podía uno acomodar para entregar el tesoro buscado por los machos...

Lo que mas me gustaba era llegar y empinarme desnudo sobre la mesa justo a la entrada del rincón, para que todo el que llegara se topara con mis nalgas, mojadas por la condensación del vapor...

Empinado, esperaba pacientemente a que fueran llegando los hombres, mi cuerpo, esteramente desnudo, se iba cubriendo de esa humedad, por momentos me acariciaba los senos que la gravedad atraían a la mesa mojada y mis pezones se excitaban al contacto de esa superficie y unas gotas frías que caían desde arriba me despertaban la sensibilidad de la espalda...

Entonces uno a uno llegaban los hombres, los pasivos solo miraban, algunos me regalaban una caricia o una nalgada, algunos me metían un dedo en la ranura, algunos frotaban su pelvis sobre la carne de mi trasero, con sus miembros en estado de flacidez, pero los mejores llegaban y al descubrir lo que buscaban, me penetraban, algunos acariciado partes de mi cuerpo, otros solo aliviando su carga seminal, dejándomela dentro o regándomela por fuera...

Hoy ese rincón ha desaparecido, tal vez cuando esto de la pandemia termine y yo vuelva al club alguien haya tomado nota y resucutado ese rincón en el cuarto de vapor...

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