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Aventuras de un aprendíz de bisexual. Determinación. [solo adultos]

<hr>Aventuras de un aprendíz de bisexual. Determinación. [solo adultos]
[esta es una colaboracion especial de mi amigo Armando Leonardo:
Título: "Aventuras de un apredíz de bisexual: Determinación."
Autor: Armando Leonardo
Blog: http://elhijodelcuervo.blogspot.com
Chat: cafeina67@hotmail.com
Quejas, sugerencias y mentadas de madre: cafeina67@yahoo.com.mx


Esta visita debía ser diferente a cualquier otra.

Ya no debía dejar que mis miedos me dominaran.  
Lo había decidido así y así debía suceder. 

Entré a la sex shop, compré un condón y un diminuto

envase de plástico que

según indicaba la etiqueta era lubricante,

para dirigirme en directo a la zona de cabinas.

Sin perder tiempo renté una película donde les dan por el

culo a unas tías ya

cuarentonas.

Me gustan dos tipos de películas porno: 1.- aquellas donde los

actores y actrices se

ven naturales,

y 2.- aquellas de sexo anal. Soy fanático del sexo anal.

Esta parecía reunir ambos

requisitos. Pedí

cabina "abierta". Pasé a ella y cerré la puerta.

La peli comenzó, me saqué la verga y empezé a jalármela

mientras veía las cachondas escenas

frente a mi. Decidí que el pantalón estorbaba, y en la

intimidad de mi cabina decidí desabrocharme

el pantalón y bajarmelo por completo. Lo mismo

procedió para los boxers. Puse el condón y el lubricante

en la silla junto a mí, me senté y seguí jugando con mi verga.

Al cabo de unos minutos, a través de uno de los dos "glory holes"

de la cabina, apareció un dedo

invitándome a darle mi verga, lo cual hice sin mayores miramientos.

Diós! Que boca aquella!

Esa boca anónima empezó a darme una de las mejores mamadas

de mi vida! Sentía la lengua caliente

lamerme el capullo y de ahí viajar a lo largo del tronco. Sentía los

dientes rozarme suavemente mientras

la lengua me presionaba contra el duro paladar. Mil sensaciones.

Podía sentir como los labios arropaban

mi verga mientras la boca entera me masturbaba. Varias veces la

boca anónima dió paso a unas manos

expertas que apretaban y jalaban mi verga mientras la lengua

jugaba con el hoyito en punta de la misma,

para nuevamente dar paso a esa boca. Podía sentir como

arrastraba los dientes por la cabecita.

 

Podía sentir la succión que aplicaba cada que mi verga salía de

su boca. Era como sí quisiera sacarme el alma

a través del hoyo de la verga.

Era indescriptible. Nunca me lo habían hecho así. Ni hombres,

ni mujeres. Definitivamemente esa

boca sabía darle gusto a una verga.

Mis sentidos giraban a mil por hora. No podía generar una

imágen mental de mi anónimo mamador.

Eran tan precisos y delicados los movimientos que él hacía

para mamarme. Se notaba que no quería

lastimarme de ningún modo y que él estaba disfrutandolo

tanto ó más que yo.

Sorpresivamente se detuvo. No hubo aviso, simplemente

se detuvo. Desconcertado me retiré del glory hole

y a través del mismo vino una voz que me pedía permiso

para entrar a mi cabina. Literalmente me preguntó

sí podía pasar a mi cabina.

Era el momento decisivo para mi. Nunca lo había permitido

antes. Siempre me había acobardado en ese

momento. Esta visita no debía ser así. Sólo atine a decir "pasa",

abrí el cerrojo de la puerta y me recargué

en la pared, dándo la espalda a la pantalla de TV, esperando.

Mi corazón se aceleró. ¿Cómo sería él? ¿Qué aspecto tendría?

A juzgar por la delicadeza de su trato supose

que sería un tío completamente afeminado y de complexión

delgada, cási juvenil. Viejos clichés y estereotipos, supongo.

La puerta se abrió un par de minutos después. Me cagué.

Era un tío que fácilmente me sacaba 10

kilos de músculo! No soy un enclenque, tampoco soy un

fisicoculturista, pero aquel tipo se veía bastante

más corpulento que yo. No había nada femenino en él.

De hecho era feo a lo Charles Bronson. Moreno típico

mexicano y de aspecto rudo. Era claro que no se trataba

de algún oficinista ó de alguién que hiciera algún

trabajo de escritorio. Puta madre, en qué lío me había metido!

Me dijo que hacía calor en la cabina, se quitó la playera y

la metió en uno de los glory holes. Yo

me quedé petrificado. Con cara de pendejo, con los

pantalones y los calzones hasta los tobillos y

con la verga parada y aún mojada con su saliva.

Vaya escenita.

Él no dijo nada. Simplemente se sentó y volvió a mamarme

la verga. Eso me volvió a la realidad.

Otra vez aquellas caricias suaves.

 

Sentí una de sus manos aprentándome la verga ó

jugando con mis huevos, al tiempo que la boca

seguía dándome sus caricias, y mientas la otra mano

acariciaba mis piernas, desde mis tobillos hasta

mis nalgas. Podía sentir esa mano abriéndome las

nalgas hasta llegar a mi culo y acariciarlo usando

un dedo.

La sangre volvió a correrme por la venas y fluír  
por mi cerebro, entorpeciendo mi pensamiento y  
dejándome a merced de mis sentidos. 
Hice que se levantara de la silla. Él simplemente  me 
quito la playera y la metió en el otro glory  hole. 
Ambos habíamos percibido que teníamos  expectador 
en ese lado de la cabina. Ya sin playera me  
abrazó y empezo a besar mi cuello, mi pecho, mis  tetillas. 
Mis manos buscaron su verga. Abrí su pantalón y  metí 
mi mano en su calzón. Ahí estaba aquella  verga. 
Empezé a acariciarla, a apretarla mientras su  dueño 
acariciaba mi cuello, espalda y nalgas con  sus manos y mi 
pezones con sus labios.  No aguanté más y me agaché para 
mamar aquella  verga. No era cosa de competir. Ni de lejos podría  
compararme con su forma de mamar, pero intenté  imitar lo que
 él me había hecho. Comenzé a chuparlo,  a apretarlo, a besarlo, 
a masturbarlo. Él sólo  gemía de gusto.  Mi mano libre instintivamente 
buscó sus nalgas y  de ahí su culo. Estaba caliente y mojado de  sudor. 
 
A pesar de estar apretadito, me permitió  meterle un dedo y llenarlo 
de calor. Su verga mostró  que la caricia le gustaba. Yo seguí mamándolo 
y sin  soltarlo me incorporé lo suficiente para poder  parar un poco el culo.
 Ni tardo ni perezoso me  abrió las nalgas con una mano y me acarició
 el culo  por dentro y por fuera con sus dedos.  Yo correspondí 
metiéndole un segundo dedo en el  culo. Él volvió a gemir, cási 
podría decir que  relinchó. Quitó su mano de mi culo, con la otra 
mano  tomo suavemente mi cara, me separó de su verga y  me 
incorporó, se giró hasta darme la espalda y  repegó sus nalgas 
a mi verga, se frotó un par de  veces y usando ambas manos se 
abrió las nalgas....  ¿Qué más invitación había que pedir? Tomé el  
condón de la silla y me lo coloqué, jugué un poco  con su culito 
usando un poco de lubricante y sin  mayor preámbulo empecé 
a meterle la verga.  Al sentirme penetrándolo, él quitó una mano 
de  sus propias nalgas y la usó para apoyarse en la  pared. 
 
Cuando lo hube penetrado por completo, usó  ambas manos 
quedando medio empinado.  Lo cabalgué con fuerza, con ganas 
de soltar la  leche que se había acumulado en mis huevos debido
 a  sus caricias orales. Él gemía y se incorporaba  hasta ser capáz de 
volver a pegar su espalda a mi  pecho. Volteó la cara y buscó besarme. 
 
Sólo  permití que me besara el costado de la cara. Lo solté  de la cadera 
y lo abracé con una mano, mientras  la otra encontraba su verga y lo 
masturbaba con  fuerza.  Con una voz delicada, inconcebible 
para un tipo  cómo él, me dijo lo mucho que disfrutaba aquello 
y  que se iba a correr en ese instante. Y así  sucedió. 
Chorro tras chorro de su leche pegaron en la  pared de la cabina
 y también escurrieron en mi  mano. Ya no hubo nada 
más que hacer. Yo mismo me  empecé a venir con una 
fuerza desconocida para mí.  Era una venida violenta, 
que me llenó las piernas  de tensión y de dolor.  Se hizo 
el silencio en la cabina. De hecho hasta  ese momento 
me dí cuenta que mucho del ruido  habitual de las cabinas 
había desaparecido.  Él se separó de mí. Se volteó, 
me tomó la cara  con ambas manos y me plantó un 
beso en los labios.  Le dí las gracias una y otra vez 
por todo el  suceso, mientras trataba de recuperar el 
aliento. Él  se empezó a vestir y me dejó vestir también. 
 
No  fué hasta pasados unos minutos que, ya vestidos,  
me abrazó. Fué un abrazó fuerte. Varonil.  Nuevamente 
nos dimos un gracias muy sentido, y hasta ese  momento
 intercambiamos nombres. Él salío primero  de la cabina. 
Un minuto después salí yo. La  pelicula que había rentado 
aún estaba en pantalla. Al  cerrar la puerta de la cabina 
tras de mí, me  encontré de frente con la cara de un tipo 
que se  notaba gay obvio, quien me sonreía al tiempo 
que me  guiñaba un ojo. 
 

México, D. F. a 26 de Marzo, 2008.

2 comentarios

Luis -

Excelente el relato de tu amigo. Felicitalo y dile que me quede con las ganas de meterle la verga a ese machote.

Arthur -

Saludos, oye muy buenos relatos, espero que esten bien, oye, tambien quiero ver si me puedes mandar el video que dijiste en anteriores comentarios y las fotos de tu perfil en FLikr, espero que si, bueno, de nuevo te felicito y espereo tu respuesta, gracias