Que Rico la Mamas... [solo adultos]

Selvio estaba ciego de placer, ciego a lo que no fuera placer para si mismo y sobre todo para su amante en turno, se inclinaba sobre él, con la melena en completo desorden y acercando su rostro y su boca al pene de ese desconocido, lamiendo el extremo del carnoso y moreno miembro cada vez que lo tenía al alcance de su golosa lengua...

 

Así, así hasta que el macho empezaba a temblar y gemir por obra de las manos y la boca de Selvio, poco a poco, saboreándose mutuamente hasta que el macho quedaba aniquilado, desbaratado...

 

El semen brotaba como pequeñas olas de espuma salada en la arena de las manos de Selvio. Luego, con ternura, encerraba el casi flácido pene en su tibia cavidad bucal, para recoger hasta la última gota de ese blancuzco líquido de amor...

 

Selvio ya no necesitaba terminar para gozar del climax. Los gruñido de placer de ese hombre le dieron a Selvio un goce tal que el mismo se sorprendió cuando el hombre empezó a besarlo con gratitud mientras le decía: "Que rico la mamas..."